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lunes, junio 20, 2022

Jot Down Cómics 2021 (con ACDCómic)

Este año llegamos un poco tarde al anuncio, pero como sucede desde hace ya seis años, Jot Down también ha publicado este curso, en colaboración con ACDCómic, un libro con los mejores cómics del año glosados por los críticos más conocidos del país. Se mantienen este año los cambios en maquetación y estructura que introdujo el libro en su anterior edición ("obras de interés", "apéndices", etc.) y se incluye además una charla a tres voces entre Javier Olivares, Ana Penyas y Gerardo Vilches, nada menos. Lo explican muy bien desde la página de Jot Down:

Jot Down Cómics es una revista anual de 244 páginas a todo color con reseñas de los mejores títulos de cómic publicados en España a lo largo del último año. La selección, que corre a cargo de la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic), ofrece una muestra del rico panorama del cómic en España y constituye un repaso imprescindible para ampliar la perspectiva tanto de lectores habituales como de aquellos que se interesan en el mundo del cómic por primera vez. 

En Jot Down Cómics, cuya nómina de firmas está compuesta por miembros de ACDCómic y los redactores de Jot Down, visitamos uno a uno todos los títulos del año, incluyendo algunas muestras de las obras de referencia, y ampliamos la panorámica del medio con una selección de otras obras de interés categorizadas por género. Este número también incluye una entrevista a Ana Penyas y Javier Olivares, autores de su portada. 

Esta vez, nuestra participación en el volumen está dedicada a Warburg & Beach, el cómic heterodoxo y sorprendente que Jorge Carrión y Javier Olivares le dedican a la pasión bibliofila en su relación con el mundo de las librerías, las bibliotecas y la edición. Un trabajo que, a través del trazo oblicuo y las deslumbrantes composiciones de página de Javier Olivares, teje una red de relaciones sutiles entre las figuras de la librera y editora Sylvia Beach, el coleccionista Aby Warburg y figuras tan improbables como Mary Wollstonecraft, la primera escritora feminista de la historia, la librera neoyorquina Frances Steloff o Marcel Duchamp.

Pueden adquirir el libro en la tienda web de Jot Down. Si tienen alguna duda, échenle un ojo al índice y se les quitarán. Les dejamos también las primera líneas de nuestra participación en el tomo.


 

Una red de libros

Por Rubén Varillas

Reconocido principalmente por su labor como novelista y ensayista, el escritor Jorge Carrión se adentró en el mundo de las viñetas con el guion para ese notable ejercicio de cómic-periodismo que fue Barcelona. Los vagabundos de la chatarra (Norma, 2016), junto al dibujante Sagar Forniés; también con él realizó su segunda novela gráfica, Gótico (Norma/MNAC, 2018). El cómic Warburg & Beach, sin embargo, enlaza directamente con uno de sus ensayos más conocidos, Librerías (finalista del Premio Anagrama en 2013). El título del cómic alude a uno de los principales personajes que aparecían en aquellas páginas, la librera estadounidense Sylvia Beach, a quien sitúa ahora al lado del historiador alemán Aby Warburg. Beach fue la responsable de la primera edición del Ulises de Joyce y la propietaria fundadora de Shakespeare & Company, la librería parisina por la que pasó la flor y nata de la intelectualidad de su tiempo. Warburg, por su parte, fue el compilador de la célebre biblioteca que lleva su nombre en Hamburgo, lugar donde surgió el Atlas Mnemosyne. En Warburg & Beach las vidas de ambos encuentran tangencias con las de otros personajes de trayectoria libresca y pasión bibliófila, como Mary Wollstonecraft, la primera escritora feminista de la historia, la librera neoyorquina Frances Steloff o Marcel Duchamp, padre del arte contemporáneo. 

Para abrazar el homenaje a la edición literaria y a los libros que es Warburg & Beach, sus autores han decidido publicar una obra original y sorprendente en su concepción formal: se trata de un cómic-objeto desplegable y reversible (al estilo de La Gran Guerra, de Joe Sacco); un friso con dos caras que, detrás de su aparente linealidad, se descompone como un gran collage en el que conviven las dos biografías que dan título a la obra (una en cada lado del desplegable), junto a episodios dedicados a los ya mencionados Mary Wollstonecraft (prólogo), Frances Steloff y Marcel Duchamp (epílogo). Como compañero necesario para tan singular proyecto, Carrión ha elegido a Javier Olivares, una de las figuras del cómic español; un dibujante heterodoxo y especialmente dotado para el trazo expresionista y la mirada oblicua. Un autor, además, que en los últimos tiempos ya se había acercado al género de los perfiles biográficos atípicos con Las Meninas (Astiberri, 2014), la biografía de Velázquez que realizó junto al guionista Santiago García, o Shakespeare & Cervantes, el relato ilustrado que realizó junto al propio Carrión en 2018. 

viernes, noviembre 19, 2021

Con Shin’ichi Abe en Jot Down Cómics #5

Con lavado de cara y alguna novedad que lo hace aún más atractivo, hace unos meses Jot Down publicó, por quinto año seguido, su anuario con los mejores cómics del curso a partir de la selección de esenciales de ACDCómic. En el encontramos a algunas de las voces más autorizadas del país en la crítica de cómics.  

Y, por quinto año también, hemos tenido la suerte de que su editor, Iván Galiano, se acordara de nosotros. Elegimos Los sentimientos de Miyoko en Asagaya, de Shin'ichi Abe, para nuestra colaboración; un cómic peculiar y heterodoxo, incluso dentro del panorama del manga. Ya hemos hablado en nuestro blog de un compañero de generación de Abe, como fue Oji Suzuki, y volveremos en el futuro a referirnos a otros dibujantes de watakushi manga (‘manga del yo’) que colaboraron junto a ambos en Garo y otras revistas de vanguardia. En nuestro artículo para Jot Down hablamos un poco de todo ello y diseccionamos algunas de las peculiaridades de Los sentimientos de Miyoko en Asagaya, una colección de relatos autobiográficos tormentosa y sorprendente en el apartado estilístico. 

Aquí tienen el sumario de Jot Down Cómics #5 y los primeros párrafos de nuestra colaboración:


Entre la apatía y la autodestrucción

Por Rubén Varillas 

Los relatos breves que componen Los sentimientos de Miyoko en Asagaya conforman un extraño collage autobiográfico. Lo cierto es que Abe, es ya en sí mismo un autor extraño, diferente. Junto a Oji Suzuki, Seiichi Hayashi y Kuniko Tsurita pertenece a ese grupo escogido de mangakas que se encuadraron bajo el influyente magisterio de Yoshiharu Tsuge y su watakushi manga (‘cómics del yo’). Como hicieron Yoshiharu Tsuge y su hermano Tadao en su día, y como también hace Abe en las historias cortas de este volumen, casi todos ellos recurrieron a episodios de sus propias biografías para proyectar una mirada extrañada de la realidad. Y también como ellos, Abe, Suzuki, Hayashi y Kurita desarrollaron buena parte de su producción en publicaciones alternativas como la emblemática revista Garo, con unos mangas que discurrían entre la experimentación narrativa y cierto simbolismo poético. 

Los sentimientos de Miyoko en Asagaya está presidido por un tono decadente y sombrío, por una suerte de pesimismo existencial que empuja a los protagonistas de sus historias a dejarse ir cuesta abajo y malvivir precarias vidas bohemias. Son los hijos de la postguerra, una generación castigada por la desesperanza y los estigmas de una derrota traumática. Las imágenes poéticas de paisajes nocturnos conviven con un diseño de personajes deliberadamente descuidado; un estilo caricaturesco que deforma cuerpos y rostros con la intención de transmitir las emociones particulares de cada instante y situación. El dibujo antirrealista de Abe y su renuncia a una narración convencional en términos de fluidez narrativa consiguen dotar a sus relatos de un lirismo intimista que termina por atrapar al lector dentro de su red de significados e insinuaciones. 



 

sábado, marzo 13, 2021

De listas y deudas: crónica negra de la corrupción política española

Lo peor de las listas culturales es que nunca se cierran, aunque quizás en esa falta de clausura esté también su mayor virtud: la de invitar siempre a una revisión continua, a una actualización del gusto y de las convicciones propias.

Nos pasa todos los años. Cada vez que llega el día de Reyes y publicamos nuestro listado con los mejores cómics de ese curso, lo hacemos con la certeza de estar traicionando a aquellas lecturas a las que no pudimos llegar. Desde hace un tiempo, junto a nuestra selección anual, publicamos en papel (en el periódico ABC Color de Paraguay) una lista depurada de sólo diez cómics, un resumen del resumen.

Después de jugar a las quinielas y disfrutar de selecciones ajenas, mucho más completas y cualificadas, teníamos claro que este año se nos habían quedado en el debe algunos cómics importantes. El arranque de 2021 ha sido generoso a la hora de permitirnos actualizar unas lecturas que, prácticamente, nos han empujado a escribir este post a modo de epílogo tardío a nuestra selección de "cómics para una pandemia". Y es que, aunque Blogger invita a la trampa y a la "reescritura" (ortográfica, gramatical e incluso conceptual e ideológica) del pasado, hemos preferido entonar el mea culpa en vivo y en directo por no haber incluido en nuestra lista dos cómics superlativos; ambos con bastantes puntos en común, pero con diferentes intenciones.

Con su primorosa edición en páginas doradas Primavera para Madrid (Autsaider Cómics), de Magius, es la gran crónica carnavalesca y bufa de la reciente historia política de nuestro país. Con toda la mala leche que exigen las circunstancias y con escaso disimulo (tanto en nombres como en caracterizaciones), Magius disecciona el circo político de la corrupción postaznarista y sus acólitos borbónicos: una galería esperpéntica de personajes instalados en el chantaje, la ostentación chabacana, los puñales por la espalda, los sobres con mordidas y las prácticas mafiosas. Ante el cutrerío sórdido de lo narrado y la impunidad de sus actores, el visitante foráneo podría pensar que la farsa de Primavera para Madrid cobra fuerza a partir de una deformación hiperbólica de la crónica política. Lo cierto es que, si no hubiéramos sido testigos diarios del descalabro, con asiento en primera fila de noticieros y confesiones judiciales, ni los mismos españoles hubiéramos comprado la historia. Seguramente, lo peor de todo es que algunos siguen pensando que aquel lodazal fue la mejor de las realidades posibles. Un ejercicio obligatorio de memoria, una obra para leer y releer cada pocos años.

Esos dos clásicos del cómic español que son Altarriba y Keko, concluyen su inmaculada trilogía del ego (Yo, asesino, Yo, loco y, ahora, Yo, mentiroso). Yo, mentiroso (Norma) rebusca en la misma materia prima que el cómic de Magius, la corrupción de la política española, pero prescinde del humor paródico para centrarse en un doble enfoque socio-psicológico que, bajo su apariencia de thriller político, intenta destejer las urdimbres maquiavélicas de la corrupción, el engaño y el poder a cualquier precio. El claroscuro tenebrista de Keko nunca había brillado tanto como en este cómic. Su empleo realista de collages de situación funciona con pasmosa naturalidad a la hora de crear las localizaciones macabras de una escena del crimen que se multiplica en todas las direcciones posibles que permiten la codicia y la iniquidad humana. Como sucedía en Primavera para Madrid, los personajes de Yo, mentiroso apenas disimulan los nombres reales que protagonizaron algunos de los episodios más negros de la democracia española. Detrás del andamiaje de ficción que ofrece el episodio criminal de la trama (con los guiños irónicos y autorreferenciales habituales en Altarriba), reconocemos casi todos los rostros funestos de sus personajes y nos acordamos de sus acciones. Yo, mentiroso es un cómic sobresaliente (el mejor de la trilogía, pensamos), pero le deja a uno mal cuerpo para varios días. Avisados están.  

Y todavía no hemos tenido tiempo de leer Cheminova, el quinto y último tomo de esa saga brillante y llena de humanidad que Luis Durán ha facturado a lo largo de años con su serie Orlando y juego, así que no descarten alguna nueva operación de enmienda.

lunes, noviembre 23, 2020

Mono de trapo, de Tony Millionaire. La juguetería mágica (en ABC Color)

Afirman desde la editorial sevillana Barrett que sólo publican un libro infantil y un cómic al año. Ojalá mantengan siempre el nivel de la antología de Mono de trapo que acaban de editar este 2020. Palabras mayores. Por el continente en sí, una preciosa edición limitada de pastas duras que combina con acierto el blanco y negro con el color, y por el contenido: una de las obras de referencia del estadounidense Scott Richardson, más conocido como Tony Millionaire; uno de los dibujantes y guionistas más heterodoxos y fascinantes del cómic actual.

Dentro de aquella generación de autores independientes que irrumpieron en Estados Unidos a mediados de los 90, a caballo entre la edición en papel, los blogs y el webcómic (los Kochalka, Arkham, Shaw, Weing, etc.), Millionaire fue uno de los que más éxito y reconocimiento tuvo gracias a la multipremiada Maakies; su celebrada y enloquecida galería de "animales sabios" que nació como tira de prensa para el New York Press en 1994. Luego llegarían sus series Billy avellanas (editado en español por La Cúpula en 2007) y Mono de trapo (que vio en nuestro país una primera edición parcial a cargo de la Editorial Rossell en 2008), en las que “recicla” y adapta algunos de los personajes aparecidos en sus tiras.  

Aunque suele adscribírsele al nuevo underground, el trabajo de Millionaire desborda escuelas o etiquetas y se alimenta de fuentes muy dispares. Herencia de un linaje familiar repleto de artistas y pintores, seguramente. En su estilo encontramos huellas del underground más sofisticado y abigarrado de Robert Crumb, efectivamente, pero su empleo minucioso de las tramas y del rayado demuestra también una influencia de la ilustración decimonónica y los grabados xilográficos de Tenniel o Cruikshank; o de pioneros del cómic como Winsor McCay o Lyonel Feininger. En su actualización de lo gótico y de lo macabro (una original combinación de tópicos y parajes románticos junto a referencias a la cuentística popular) y en su construcción de personajes antropomórficos podemos ver también la huella de ilustradores como Gorey o Sendak.


En toda su producción, desde sus cómics a sus películas de animación, el bostoniano hace gala de buenas dosis de extravagancia para configurar un imaginario visual que discurre entre lo grotesco y el cartoon macabro de Gorey. Sus tebeos son como una tienda de antigüedades repleta de juguetes parlantes, cacharrería mágica y muñecos de trapo. El propio Millionaire se encarga de cultivar esa imagen de chamarilero loco. No hay más que rastrear las fotos que de él circulan por Internet: tan pronto aparece con un smoking de gala con chorreras imposibles, como disfrazado de guerrero carnavalesco, con melenaza y casco alado con pico de pato. Ese es el espíritu que preside sus cómics: un espacio mágico en el que conviven lo extravagante y lo inesperado, las referencias infantiles con temas y contenidos claramente adultos. La Villa Kunterbunt de Pippi Langstrum filtrada por el oscuro realismo mágico de Tim Burton. 

Las tragedias autoconclusivas que conforman los episodios de Mono de trapo tienen lugar en fastuosas mansiones victorianas ubicadas en un Estados Unidos que ya no existe, pero todas ellas están protagonizadas por Tío Gabby, ese mono remendado de un calcetín que da título al cómic (sock monkey), y por su amigo Don Cuervo, un pájaro de trapo con botones por ojos; son los personajes ideales para unas andanzas imposibles que siempre acaban mal. Juntos, viven las aventuras menos infantiles que uno pueda imaginar: incendios catastróficos, naufragios en Borneo junto a cabezas jibarizadas, matrimonios entre roedores que terminan en canibalismo, cacerías de insectos, etc.


Mono de trapo nos devuelve a un tiempo en el que la infancia estaba habitada por muñecas de porcelana, caballitos de mecedora y cuentos de criaturas fantásticas. Cada página del cómic nos remite a ese pasado que sólo sobrevive en ilustraciones y fotografías sepias. Cuando Millionaire decide añadir un texto al pie de cada página, está apuntando directamente a los grabados del siglo XIX; de este modo, la página funciona, no sólo como parte de una secuencia, sino como una unidad en sí misma que nos recuerda a viejas ilustraciones llenas de encanto. De este ejercicio de nostalgia que enhebra el imaginario infantil tradicional con el tenebrismo de las historias góticas nace la narrativa mágica y el riquísimo imaginario gráfico de Tony Millionaire.


Junto a los ocho episodios alrededor de las aventuras de Tío Gabby y Señor Cuervo, la antología de Barrett incluye tres capítulos más (dos de ellos en color): "El pomo de cristal" (construido como un cuento ilustrado), "El episodio de Pulgadas" y el brillante cierre que supone "Tío Gabby"; un pequeño relato en sí mismo, que nos habla de los anhelos imposibles de la infancia perdida, y que consigue cerrar el círculo de forma emocionante.

No exageramos si decimos que Mono de trapo es uno de los acontecimientos viñeteros de este año complicado. Un libro que nos invita a huir de la realidad para refugiarnos en el desván de la infancia y los recovecos de la nostalgia. 

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Y así ha quedado la cosa en la edición impresa del cultural dominical del periódico paraguayo ABC Color

lunes, noviembre 02, 2020

Encrucijadas gráfico-narrativas. Novela gráfica y álbum ilustrado. Entre el cómic y la ilustración

Sigue la Universidad de León, con José Manuel Trabado Cabado al frente, haciendo una labor impagable en su empeño de impulsar los estudios académicos en torno al cómic y su historia. En esta ocasión, para la publicación de Encrucijadas gráfico-narrativas. Novela gráfica y álbum ilustrado la Universidad ha colaborado con la editorial asturiana Trea, que cuenta con un más que interesante catálogo sobre estudios académicos de las más diversas áreas y materias. Trabado ha planteado este estudio colectivo como una incursión en el análisis de las intersecciones y territorios afines entre los lenguajes del cómic y de la ilustración. Entre la nómina de participantes, que han colaborado bajo el paraguas académico que proporciona Greconagra (Grupo de Estudios sobre Cómic y Narración Gráfica). En el índice de participantez encontramos algunos de los nombres más importantes de la investigación comicográfica reciente, como Roberto Bartual, Inés González Cabeza o el propio José Manuel Trabado Cabado, quien participa con un estupendo estudio dedicado a las incursiones de Neil Gaiman y Art Spiegelman en el campo de la ilustración infantil.


Como pueden ver en este índice, una vez más, la Universidad de León nos ha invitado a participar en el volumen con un estudio acerca de la figura de uno de los ilustradores más relevantes e influyentes del siglo XX: el británico Raymond Briggs. Hemos tenido la oportunidad de releer sus obras más importantes y acercarnos a trabajos que desconocíamos; hemos profundizado en los vínculos estrechos entre su obra y su biografía, analizando la evolución de una poética que no dejó de enriquecerse a lo largo de su vida y de su evolución como autor. El título de nuestro ensayo, Una industria llamada Raymond Briggs, se explica por la capacidad que sus libros han tenido para desbordar cualquier tipo de género, audiencia e incluso vehículo discursivo. Difícilmente encontraremos un autor mas exitoso y adaptado (interdiscursivamente) que Briggs; y difícilmente hallaremos un autor de su relevancia al que se le haya dedicado menos atención académica. Con nuestro ensayo esperamos añadir un pequeño aporte, por lo que respecta al menos a su difusión y estudio desde la crítica en español.

Les dejamos ahora con la información promocional proporcionada por el propio coordinador del volumen:

El presente libro pretende mostrar un diálogo entre dos formas de narración gráfica —el álbum ilustrado y el cómic— que pertenecen a tradiciones diferentes y que han poseído, también, una consideración cultural muy dispar. Sin embargo, es posible rastrear numerosos puntos de encuentro que sirven para ilustrar parcelas menos atendidas de la la obra de autores consagrados dentro del panorama de la novela gráfica. En esa intersección de formas y poéticas se instalan ejemplos refractarios a la clasificación estricta. Estas páginas surgen de la voluntad de documentar una necesidad de contar que desborda y enriquece los moldes formales.



sábado, octubre 24, 2020

Tatsumi, de Yoshihiro Tatsumi, en Culturamas

Nos acercamos de nuevo a Culturamas, nuestra revista online de cabecera, para reseñar Tatsumi, el cómic que Satori Ediciones acaba de publicar recopilando algunas de las mejores historias cortas del maestro del manga y padre del género gekiga Yoshihiro Tatsumi. Aprovechando la buena nueva, repasamos fugazmente la producción del mangaka e intentamos poner su figura en relieve dentro de la historia del manga y del cómic en general.

Les dejamos aquí con el comienzo de nuestro texto. Más en: "Tatsumi, de Yoshihiro Tatsumi. La confirmación de un clásico"

Tengo la sensación de que nos ha costado aprender a querer a Yoshihiro Tatsumi en occidente. Y eso que fue uno de los primeros mangakas reputados de los que tuvimos noticias. En nuestro país, relativamente pronto. Probablemente fue el primer autor de manga publicado en español. Sus historias aparecieron en El Víbora a comienzos de los 80. Luego, en 1982, La Cúpula recopilaría algunos de aquellos relatos cortos que venía publicando en su revista en el cómic Qué triste es la vida y otras historias (que sin duda hoy definiríamos como «novela gráfica»).

Pese a ello, el impacto de Tatsumi no alcanzó ni de lejos la repercusión que tuvieron algunos de sus compatriotas editados a lo largo de la siguiente década en publicaciones similares. Su realismo, el tono oscuro y desesperanzado de sus relatos, no consiguió cautivar a las audiencias occidentales como luego harían otros dibujantes de manga adulto como Katsuhiro Otomo con su exuberancia cinética ciberpunk o Jiro Taniguchi y el realismo contemplativo de obras como El caminante o El almanaque de mi padre. El sobrio costumbrismo existencial de Tatsumi no estaba envuelto en el halo misterioso y las resonancias míticas que acompañaban a mangakas como Yoshiharu Tsuge o Shigeru Mizuki, cuyo eco llegaba a occidente a través de menciones bibliográficas y referencias en antologías, incluso antes de haber sido publicados fuera de Japón.



jueves, agosto 27, 2020

Cómics esenciales 2019, de Jot Down y ACDCómic

La publicación con los mejores cómics del año a cargo de Jot Down y la ACDCómic va camino de convertirse en (gloriosa) tradición. Por cuarto año seguido, se ha editado el anuario con los mejores cómics de este curso. Y, por cuarta entrega, hemos participado en Cómics Esenciales 2019 reseñando una de nuestras lecturas favoritas del año. En esta ocasión hemos juntado algunas letras sobre esa bendita rareza que es Guy, retrato de un bebedor, de Olivier Shrauwen y Ruppert & Mulot, publicada por Fulgencio Pimentel. Un cómic que desborda cualquier etiqueta estilística para poner patas arriba el género de aventuras y reflexionar acerca de la condición humana.

Como siempre, pueden adquirir el anuario a través de la tienda web de Jot Down. Les dejamos aquí con el índice del volumen y con los primeros párrafos de nuestro artículo para abrir boca e invitarles a morder el anzuelo.

Parecía un cómic de piratas

Por Rubén Varillas

Olivier Schrauwen lleva años descolocando a sus lectores y a la crítica con una sucesión de cómics ajenos a géneros o escuelas. Es belga, sí, y su estilo parece una línea clara actualizada y despojada de adornos, pero sólo a veces. Otras, creemos estar ante un adepto anacrónico del underground más alucinado y surrealista de los 60-70; y, en ocasiones, tenemos la tentación de situarle dentro de ese expresionismo esquemático contemporáneo que ha encumbrado a autores como Gipi, Blain, Blutch o Sfar… No es fácil encasillar su obra, sin embargo, sí que podemos reconocer en su trabajo una línea creativa que le vincula con las vanguardias históricas mediante un proceso de actualización postmoderna. Es ese el nexo que conectaba a Mi pequeño con el modernismo y con el surrealismo, con el ornamento art déco y con los cadáveres exquisitos; o el que explicaba el dadaísmo de Arsène Schrauwen, igualmente salpicado de ensoñaciones surrealistas freudianas.

También encontramos esa devoción hacia la vanguardia y sus mecanismos en la obra de Jérôme Mulot y Florent Ruppert; en muchos casos, como paso previo a una deconstrucción de sus convenciones y su manipulación metaficcional. No faltan ejemplos en su bibliografía: cómics que desbordan los límites impuestos por los géneros tradicionales (Le Tricheur), ruptura de expectativas (Maison Close; La técnica del perineo), composiciones vanguardistas (Safari, Monseigneur; Panier de singe), etc. Los juegos del lenguaje de Ruppert & Mulot beben de la autorreferencialidad contemporánea y de su atracción por la experimentación interdiscursiva, sin dejar de mirar a los hallazgos modernistas de las vanguardias clásicas...

lunes, junio 08, 2020

La ciudad de los prodigios, de Claudio Stassi, en Culturamas

https://www.culturamas.es/2020/06/08/la-ciudad-de-los-prodigios-de-claudio-stassi-el-nacimiento-de-un-siglo-en-vinetas/
Regresamos a nuestra revista cultural online de cabecera, para reseñar la adaptación que ha hecho Claudo Stassi de La ciudad de los prodigios, el clásico moderno de Eduardo Mendoza.

Uno de los valores de La ciudad de los prodigios reside en el peso protagonista de la ciudad a la que alude el título. En sus páginas, Barcelona adquiere la entidad viva de un personaje que evoluciona y condiciona con su presencia los acontecimientos de la trama. Estamos en 1880, el umbral finisecular de una época que se muere para dar paso a una modernidad nueva; pujante pero incierta, violenta pero ilusionante en sus espejismos de progreso. Es la Barcelona de la revolución industrial, los primeros movimientos obreros y la Exposición Universal del 88; pero también la de las algaradas anarquistas, el crimen organizado y la vida miserable de los obreros. Un escenario donde la vida y la muerte se entretejen de murmuraciones, costumbres antiguas y creencias que son más tercas que los sueños de futuro. El realismo de una nueva era milagrosa habitada por fantasmas vestidos de harapos.



https://www.culturamas.es/2020/06/08/la-ciudad-de-los-prodigios-de-claudio-stassi-el-nacimiento-de-un-siglo-en-vinetas/

viernes, febrero 21, 2020

10 cómics de 2019, para ABC Color

Como ya hemos hecho en alguna otra ocasión, hace unas semanas enviamos a la redacción de ABC Color una selección depurada de nuestra lista con los mejores cómics de 2019. La idea era que las dos listas se publicaran simultáneamente en prensa escrita y en formato online. Para llevar a cabo esta selección dentro de la selección decidimos guiarnos por criterios de variedad y por el posible interés que los cómics pudieran general entre los lectores paraguayos, más que por el gusto personal o por la calidad intrínseca de las obras seleccionadas (ambos, factores inherentes al proceso de recopilación inicial):

https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/2020/01/05/10-comics-del-2019/

Si no tuvieron ocasión de leer nuestros favoritos de 2019 en el blog, les invitamos ahora a acercarse a ésta nueva lista que facturamos para el suplemento cultural impreso de ABC Color: "10 Cómics del 2019".

lunes, noviembre 25, 2019

Con Paco Roca en Soria

Hace apenas una semana que Paco Roca estuvo en la Biblioteca Pública de Soria desdoblándose en dos charlas y deleitando a una audiencia diversa con su amabilidad, su elocuencia y la impronta de una obra que ya forma parte de la historia del cómic español. Después de asistir por la mañana a la primera presentación con los chavales del Instituto de Educación Secundaria Virgen del Espino, tuvimos la fortuna de que nos invitaran esa misma tarde a presentar y participar en la segunda charla; ésta ya ante un auditorio adulto.
Tuvimos la suerte de conocer muy brevemente a Paco Roca hace bastantes años, pero tenemos la impresión de que, como sucede con su trabajo, el peso de su figura no deja de crecer dentro del panorama de la cultura de nuestro país. Como señalamos en la introducción a la charla, la etiqueta, tantas veces repetida, que lo señala como uno de los mejores dibujantes de cómic español empieza ya a quedarse corta para definir la impronta de su producción y su importancia como narrador de historias.
La postmodernidad marca un cambio de paradigma en la forma narrar historias. El peso vehicular de las imágenes, el intercambio transmedial y la ubicua autorreferencialidad son también rasgos fundamentales de la eclosión del cómic reencarnado en "novela gráfica". A riesgo de ser pesados, repetimos que consideramos a Paco Roca uno de los nombres esenciales a la hora de entender esa nueva forma de contar historias. Pese a no ser un autor veterano, el valenciano ha sabido evolucionar desde sus orígenes, cercanos a un realismo mágico borgiano y al cómic de género, hacia otro tipo de realismo estrechamente conectado con la memoria: la memoria propia (Un hombre en pijama), la familiar (Arrugas, La casa), la del propio medio (El invierno del dibujante) y la de España (Los sucos del azar).
Para acompañar su visita, la Biblioteca Pública de Soria (que casi sentimos ya como una segunda casa) ha organizado la exposición "Contando en viñetas: Paco Roca", que ilustra en varios paneles las diferentes fases del proceso creativo de su autor. Precisamente, durante su ponencia, el autor diseccionó en detalle su método de trabajo: el itinerario que transcurre desde la voluntad inicial de hacer un cómic hasta su publicación final. Junto a Carlos Vicente (su anfitrión de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en esta "gira" castellanoleonesa), se tocaron muchos temas y se habló de sus cómics y de sus múltiples adaptaciones interdiscursivas, pero también del panorama del cómic contemporáneo o de la forma en que un personaje público se enfrenta a su propia popularidad. Paco Roca no regateó explicaciones a la hora de satisfacer las dudas de sus admiradores o de atender a sus requerimientos (dedicatorias, dibujos, fotografías, etc.).
A veces tenemos la sensación de que el concepto de blog está perdiendo vigencia, que poca gente dedica ya tiempo a la lectura de textos de más de 280 caracteres; en definitiva, que cada vez hay menos lectores al otro lado. Sin embargo, cuando tenemos el privilegio de conocer (de reencontrar, en este caso) a los protagonistas directos del cómic, a sus verdaderos artífices, somos conscientes de que cada segundo dedicado a la crítica, al análisis y a la divulgación de su obra, es siempre tiempo bien invertido. Por eso, el disfrute es doble cuando se tiene la oportunidad de conocer uno de los grandes y uno descubre que detrás del personaje público hay un tipo tan agradable y generoso como Paco Roca. Gracias.