viernes, febrero 26, 2010

Mi noche sin Rohmer

Este año ha arrancado jodido por varios factores que no viene a cuento señalar. Además, se ha muerto Eric Rohmer. Si somos sinceros con nosotros mismos... (¡qué diablos, aquí no cabe plural mayestático que valga!). Si soy sincero conmigo mismo, tengo que admitir que Rohmer ha sido el director de cine más recurrente en mi vida, el más fiel a mis circunstacias y al que siempre he terminado volviendo. Intento adivinar por qué. Sus películas no son piezas de orfebrería, pero descansan en mi subconsciente como perlas  cultivadas. Tras leer el artículo que Alain Bergala le dedicó en el nº 31 de Cahiers Du Cinema España ("Juegos de la elección y del azar"), creo entender lo que me sucede (a mí y, supongo, a muchos otros seguidores de Rohmer): no es difícil compartir su filosofía vital. Ayuda a sobrevivir.

No hay ninguna dimensión trágica de la existencia en Rohmer, a quien nunca le gustó el pesimismo fundamental de Bergman, llegando a preferir a Felini antes que a él (...) Rohmer quiere a las criaturas pasajeras precisamente por aquello que tienen de más "pasajero", su juventud fugitiva, a la que le gusta capturar con las herramientas del cine, que parece hecho para eso, para filmar los cambios de estación y los momentos del día más fugaces: la hora azul, el rayo verde.

El cine de Rohmer es vida sin subrayados ni hipérboles. Es diálogo costumbrista o confesión de alcoba sin fanfarrias o bandas sonoras. Sus personajes son ustedes, que leen y miran, o yo, que ahora escribo, o los que ni nos leen ni escriben, tanto da.

Llevo días pensando cómo cuadrar a Rohmer, cómo saludar su muerte (sombrero al aire como homenaje, al estilo de Nick Cave) en un blog de tebeos... y no consigo cuadrar el círculo rohmeriano.

He pensado en proyectar esa recurrida pirueta de la referencia interdisciplinar. Pero, ¿qué dibujante de cómics se parece al maestro francés? ¿Qué historieta nos recuerda a aquella rodilla? ¿o a Pauline en su playa? ¿En qué viñeta te escondes, Amanda Langlet?

Quizás Rohmer sea Crumb, si éste no fuera un Woody Allen a escupitajos; pero al director francés nunca le sentó bien el astracán irreverente. Pensemos (nos vence el plural, de nuevo). ¿Es Lauzier, quizás? No, Rohmer es, fue, un efebo eterno lleno de esperanza en el ser humano y en nuestra capacidad para salir vivos de las zanjas. Lauzier se recreaba en la visión cínica, en el infortunio gratuito. No. ¿Seth? Imposible. La vida respira detrás de las bobinas de Rohmer con bronquios y branquias: Seth recubre toda su obra de un aire lírico, un hálito de irrealidad ficticia con caricatura amable al fondo; además, sus personajes casi no hablan. Va a ser eso. En el cómic, muchas veces (que nos perdone Peter Parker), las palabras sobran. En el cine también, decía Hitchcok. A Rohmer nunca le importó: no hay quien vea una película de Rohmer sin volumen. Vamos a mirarnos a los ojos y a decirnos cosas, sin intermediarios, sin fotogramas, proyectores, viñetas o globos.

A lo mejor vimos a Rohmer en aquel fantástico Pequeños eclipses, de Fane y Jim, que tan poca gente leyó. Hablaban, recordamos que hablaban mucho, y vivían como personajes de carne y tinta.

O, quizás, para homenajear a Rohmer haya que volver a ver (las veces que haga falta, siempre de vuelta) sus películas y no sea un blog de cómics el lugar más adecuado para hacerlo. Levantemos los ojos y miremos hacia adelante. Veo una rodilla a lo lejos... 

 


lunes, febrero 22, 2010

Osamu Tezuka. Animación experimental (II).

Seguimos con Osamu Tezuka y sus cortos de animación. Seguimos enlazando aquellos que se pueden ver en la red (no todos, lamentablemente).
6. Cuadros de una exposición (1966, 33 min): Rememorando lo que en su día hiciera Walt Disney en Fantasía con Bach o Tchaikovsky, Tezuka se inspira ahora en la conocida obra del compositor ruso Mussorgsky para componer un ácido cuadro de la civilización moderna y sus habitantes. Usando los cuadros colgados en un museo (todos ellos, reinterpretaciones de Tezuka lejanamente basadas en estilos y escuelas reconocibles) como motivo de guía, el maestro japonés desmenuza conceptos y personajes como los de “el crítico de arte” (hosco y tentacular como una araña negra), la fatuidad hueca de cierto arte contemporáneo (en la breve y hermosa narración de “el jardinero del paisaje artificial”), la falsa búsqueda de la belleza (en el infantil trazo de “cirujano plástico”), la deshumanizada producción en cadena (en “propietario de una gran fábrica”), la violencia como modelo de conducta (“macarra”), la dicotomía éxito/fracaso (“boxeador”), etc.
El ingenioso recurso funciona en varios planos. La innegable carga alegórica de cada fragmento, su adecuación a la banda sonora y la constante variación estilística dota al conjunto de una innegable eficacia simbólica. Cada micorrelato de la animación se adapta a su historia particular, tanto en la forma narrativa como en la elección estilística, integrándose en el relato-marco, como sorprendentes eslabones de una cadena multicolor.
7. El Génesis (1968, 4 min): peculiar e idiosincrásica visión del Génesis bíblico a medio camino entre la abstracción y la ciencia-ficción. En realidad no se trata de un corto de animación propiamente dicho, sino de una narración ilustrada con imágenes estáticas de dibujos en blanco y negro. Una pieza desconcertante de principio a fin, desde la broma inicial en que se señala a Dino de Laurentis como productor ejecutivo y a John Huston como director del corto, hasta la muy bizarra selección de imágenes ilustrativas (que incluye hasta alguna pieza de sushi y a Astro Boy como invitado especial), pasando por esa banda sonora con un Carmina Burana “invadido” por multitud de melodías chocantes.
8. Saltando (1984, 6 min): animación de estilo clásico, dominada por un curioso y omnipresente punto de vista subjetivo (que nos anticipa la visión frontal y los movimientos basculares que explotarían hasta la saciedad muchos de los videojuegos aparecidos en los años siguientes). La inteligencia en el manejo de la “cámara” y el ritmo ágil del corto, se ven reforzados por los constantes efectos sorpresa que salpican el viaje del protagonista y por ingeniosos toques de humor made in Tezuka.
9. Una película estropeada (1985, 6 min): Tezuka juega con la idea de un falso corto creado en los orígenes del cine (antes de que naciera, de hecho, pues la fecha ficticia de la animación es la de 1885). En este sentido, utiliza todos los defectos derivados de las insuficiencias técnicas de las primeras películas (ruido en la imagen, cortes entre fotogramas, imágenes rayadas, fotogramas descuadrados de plano, sonido deficiente, etc.), para construir una historia autoconsciente en la que unos personajes, que parecen recién salidos de un tebeo de Jacovitti, utilizan esos mismos inconvenientes como recursos argumentales para hacer avanzar la acción gag tras gag: el protagonista principal (un vaquero zancudo) limpia el fotograma con un paño para poderle ver la cara a la chica que se haya atada en las vías del tren, ese mismo vaquero utiliza un globo de diálogo como objeto arrojadizo, etc. Ingenioso. Uno de los mejores momentos de la recopilación.
10. Pulsar (1987, 4 min): bizarra road movie futurista, protagonizada por un simpático explorador postapocalíptico (parece que, de nuevo, está poniéndose el género de moda) en busca de… Un divertido corto, con mensaje y sorpresa final.
11. Muramasa (1987, 9 min): “La historia de una espada maldita que convierte los dibujos en personas reales”, reza la explicación argumental del corto. Animación con una fuerte impronta pictórica, el estilo gráfico de Muramasa homenajea (sobre todo por lo que se refiere al diseño de sus personajes) a los manga clásicos de samurais de Koike y Kojima, en otros. El relato se construye sobre el ritmo entrecortado que genera la sucesión de imágenes estáticas, sólo muy ligeramente animadas (lejos de los 12 o 24 fotogramas por segundo), que se acumulan creando el efecto simbólico de un “texto” (leyenda/narración) ancestral.
12. La leyenda del bosque (1987, 30 min): relato ecologista poblado por cazadores, árboles y animales antropomórficos, cuyas andanzas discurren sin palabras, al ritmo musical de los movimientos 1º y 4º de la Sinfonía nº 4 op.36 de Tchaikovsky. A través de cambios radicales y progresivos a lo largo del corto en el estilo de dibujo, Tezuka homenajea los diferentes momentos en la historia de la animación, pasando de la simple sucesión de imágenes estáticas secuenciadas a un breve guiño al zootropo e, inmediatamente, a los pioneros de la animación cinematográfica: Winsor McCay y su dinosaurio Gertie, las diferentes etapas de la escuela Disney, el ánime e incluso la animación underground o el expresionismo europeo. El virtuosismo de la propuesta estética y la genialidad de su puesta en práctica hacen que el relato quede en un segundo plano. El espectador asiste maravillado a un curso rápido de historia de la animación, con las metáforas de fondo de la evolución vital (nacimiento, infancia, madurez y muerte) de la ardilla voladora que protagoniza el corto (1er movimiento de la sinfonía) o la del bosque que se resiste a su destrucción a manos del hombre-depredador (4º movimiento).
13. Autorretrato (1988, 13 seg): animación instantánea express y con premio. Nunca una transposición entre aplicaciones tecnológicas (curiosa interdiscursividad) fue tan breve.

_________________________________________________________

[Actualización 01-marzo-2010]

Gracias a los comments descubrimos que en Tonnerre de Brest se nos habían adelantado dedicándole tres posts como tres soles a este Tezuka experimental. No se lo pierdan, aquí, allá y acullá.

_________________________________________________________

Osamu Tezuka. Animación Experimental (I).

martes, febrero 16, 2010

En Zamora son de la Marvel.

Bueno, al menos los del bar Popanrol lo parecen. Y no sólo de la Marvel, que de vez en cuando también aparecen tipos de la DC, de Pixar y hasta alguna despistada de Walt Disney con complejo de Peter Pan. Cosas de Carnaval:
En breve, volvemos con Tezuka...

jueves, febrero 11, 2010

Osamu Tezuka. Animación Experimental (I).

Vamos a ponernos en plan ecléctico-estupendo y les vamos a demostrar que no sólo de cuadros vive el bloguero. En el post anterior hablábamos de lienzos habitados por personajes de manga-ficción, como Astro Boy o Kimba, el león blanco, entre otros. Éstos en concreto, como bien saben ustedes, son dos de los personajes emblemáticos de Osamu Tezuka, el tantas veces llamado “padre del manga”.
Hace tiempo leímos en algún sitio (alguna guía del cómic o trabajo historiográfico) una frase que, desde entonces, no nos hemos podido quitar de la cabeza; decía algo así como que los tres personajes más influyentes de la historia del cómic eran Hergé, Jack Kirby y Osamu Tezuka, y que los dos primeros podían ser discutibles. Por aquel entonces, en nuestro país apenas habíamos leído al maestro nipón: se estaba publicando la increíble epopeya del Fénix, recordamos, y nos parece que había visto la luz algún volumen de Black Jack (y de Adolf, ¿quizás?). Poca cosa, en definitiva, para tomarle la medida a un genio.
Han cambiado mucho las tornas. Ahora los trabajos de Tezuka se publican con una regularidad que llega a la avidez dependiendo de la temporada. Y no hablamos solamente de cómics. Ha llegado a nuestras manos un peculiar DVD titulado Animación Experimental de Tezuka, que incluye, como su propio nombre deja ver, trece cortos de dibujos animados del autor japonés, creados entre 1962 y 1988 (un año antes de su muerte). El honor y mérito de la distribución deben asignarse a la distribuidora Divisa, que editó la cinta en el año 2008. De igual manera, en ella no sólo se recogen trabajos facturados por el propio Tezuka, sino otras obras en las que el maestro japonés participó como dieñador, guionista o director, a partir de sus productoras Mushi y Tezuka.
Les hemos conseguido vincular una buena parte de los cortos gracias a ese truco mágico sin fin que es YouTube, aunque, por supuesto, en versiones sin traducir (bastantes son mudos, así que no es tan grave la cosa) y no todas de ellas completas. Vamos a dedicar las dos siguientes sesiones a diseccionar el contenido de estos trabajos experimentales, ¡que un genio bien merece una sesión doble! Disfruten con la carga lírica, la brillantez gráfica y el profundo humanismo de los siguientes cortos.
1. Macho (1962, 3 min.) es una historia procaz protagonizada por felinos y humanos, llena de ambiguas insinuaciones sexuales y medidas insinuaciones visuales. La acción del corto se desarrolla detrás de un fondo de pantalla negro. Los personajes se mueven detrás esa pantalla oscura, mientras al espectador sólo se le descubren retazos fragmentarios de lo que está sucediendo (como si una linterna imaginaria iluminara caprichosamente diferentes secciones de la pantalla), en espera de la sorpresa final. En este, como en varios otros de los cortos, el dibujo de Tezuka nos recuerda sobremanera al estilo de La Pantera Rosa (el personaje de dibujos animados con el que Fritz Freleng gana el oscar al mejor cortometraje de animación… dos años después).
2. Historias de una calle (1962, 39 min): se suele decir que los trabajos animados de Tezuka muestran muy pocas huellas de su origen oriental y japonés en particular. Historias de una calle es un buen ejemplo de esta aseveración, con unos planteamientos gráficos en la composición de espacios y personajes muy cercanos a los de la ilustración occidental. De hecho, a primera vista, las imágenes de este corto nos recuerdan a un improbable cruce entre cierta ilustración infantil de coloridos aires impresionistas (en las localizaciones, sobre todo) y los dibujos animados de la factoría Hanna Barbera. El papel de Tezuka en este trabajo se centró sobre todo en su faceta como productor a través de su compañía Mushi. Poética y visualmente muy sugerente, a Historias de una calle, sin embargo, le falta cierta tensión rítmica: su acumulación (narrativamente impresionista también) de pequeños episodios vitales que se insertan en el relato como brochazos, no acaba de funcionar con fluidez. Algunos de sus hallazgos principales (como la interacción humanizada de los carteles publicitarios y otros usos de la personalización –los ratones, el árbol, la polilla) se explotan de forma un tanto insistente, sin que aporten demasiado contenido más allá de su innegable carga poética. Este último, sin duda, es el rasgo más destacable de la animación, junto a su mensaje antibelicista y sus numerosos guiños al mundo del arte a través del cartelismo (al Impresionismo francés, al Constructivismo ruso, al Cubismo, etc.).
3. Recuerdo (1964, 6 min): “Cualquier hombre está hecho para olvidar cosas. No tiene que ser lelo para ir olvidando las cosas que ha visto y oído una tras otra”. Así comienza a rememorar una voz en off (muy habitual en los cortos de Tezuka, por otro lado) el gran número de vivencias que olvidamos o recordamos de forma distorsionada a lo largo de nuestra vida: el embeleso del primer amor, las imágenes de la infancia, los quebrantos profesionales. El corto recurre a collages fotográficos y numerosas metáforas visuales para abordar, desde el humor, la improbabilidad del recuerdo certero, al mismo tiempo que, con ironía, deja entrever cierta desesperanza ante la incapacidad del hombre para recordar y aprender de sus errores (con referencia directa al papel de Japón en la 2ª Gran Guerra).
4. Sirena (1964, 9 min): una bonita fábula onírica orquestada en torno a la ensoñación poética del personaje principal: un joven que crea con su imaginación a una sirena de la que poderse enamorar. El estilo gráfico de la animación juega con la ligereza lírica que predomina en la pieza: en este sentido, destaca el uso de una finísima línea clara para perfilar, únicamente, los contornos de los personajes, convertidos en figuras trasparentes y delicadas, que adoptan los colores y texturas de los fondos según se desplazan sobre ellos. La música de Grieg acompaña a las imágenes en la creación de un cuadro animado que nos remite a los cuentos clásicos de hadas, pero también a cierta visión existencialista de un mundo moderno, en el que la imaginación infantil termina indefectiblemente reprimida ante las exigencias del pragmático y materialista mundo de los adultos.
5. La gota (1965, 4 min): esta historia de un náufrago desesperado por echarse una gota de agua al gaznate, puede considerarse uno de los experimentos fallidos de la cinta, al menos en el plano visual. El recurso de animación utilizado por Tezuka (la animación del náufrago en el centro de la pantalla, mientras el fondo texturado, que simula el mar, fluye a su alrededor) no acaba de funcionar en su recreación de movimiento fluido. El espectador asiste a la escena con cierto incomodo, ya que, involuntariamente, la presencia de ese mar artificioso en segundo plano consigue robarle protagonismo a lo verdaderamente sustancial de la historia: la cómica desesperación del náufrago. Igualmente inapropiado se nos antoja el subrayado musical (una impetuosa melodía clásico romántica), a todas luces excesivo respecto al breve motivo narrativo que acompaña.

Continuará...

viernes, febrero 05, 2010

Judas Arrieta. Manga y amalgama popular.

Pues sí, últimamente estamos pintureros. Pero nadie podrá decir que le perdemos la vista al cómic. Además, como repiten los más pesados televisivos, la actualidad manda. No sabemos muy bien qué, pero manda.
Todo esto, porque hasta el 20 de febrero pueden ustedes acercarse a la Galería Estampa en Madrid, a ver esa exposición de la que últimamente hablan tantos: "Judas Arrieta: Ronín". Su conexión con nuestro foco de atención comiquero es evidente. Javier Rubio Nomblot incluso encabezó su artículo sobre la misma, en el ABCD, bajo el título "El cómic abstracto". Lo cierto es que las referencias directas de Judas Arrieta están muy lejos de la ortodoxia pictórica, incluso de las vanguardia clásicas. En "Ronín" observamos como su pintura se alimenta de fuentes mucho más "populares", que van desde el grafiti al manga, pasando por la cultura televisiva (y el ánime dentro de ella).

No es extraña la redundancia de orientalismos e iconografía manga en la obra de Arrieta. Sobre todo, si consideramos que gran parte de la obra que se expone ahora en Estampa ha sido elaborada durante la estancia del pintor en Asia, en China, más concretamente. Allí se desplazó hace ahora cinco años y allí, en Pekín, tiene su estudio el artista vasco. Desde su posición privilegiada como cicerone artístico entre dos culturas, Arrieta intenta promocionar a pintores jóvenes gracias a iniciativas como fue la residencia Gran Dragón o será la exposición Memorias de China (que comparte nombre con su propio estudio). 
La obra de Arrieta, como hemos señalado, se nutre de la iconografía japonesa, sobre todo, aunque en sus últimos cuadros tienen cabida también personajes, grafías y otras huellas culturales de las culturas china y coreana. En ese artículo de ABCD que mencionábamos antes, el propio autor admite que: "Desde mi infancia, la televisión, los cómics y después la iconografía del manga han constituido mi principal fuente de inspiración, que más tarde he retomado para poblar mis imágenes de monstruos, héroes, explosiones y demás elementos". Ni siquiera hay que ser un experto mangaka para reconocer a muchos de los habitantes que pueblan las visiones multitudinarias de Judas Arrieta. Reconocemos, en apenas un vistazo, a muchos de nuestros "héroes" infantiles televisivos (Heidi, Marco, Mazinger Z, Vickie el Vikingo), personajes clásicos del manga (Doraemon, Astroboy o el Kimba de Tezuka), e incluso la versión disneyana de personajes de la cuentística clásica, como Pinocho o Alicia.
Efectivamente, en sus lienzos se impone el concepto de yuxtaposición como técnica predominante. La acumulación aleatoria (sólo en apariencia) de personajes de cómic y televisión, junto a letras, dragones japoneses, logos y brotes esporádicos de pintura (brochazos ligeros, veladuras, manchas o zonas concretas de color en los motivos dibujados), se traduce en una exuberancia visual que justifica ese "barroquismo" con el que se refería Rubio Nomblot a la obra de Arrieta. Salvando las distancias geográficas, temporales o de motivación artística, la obra del artista vaco nos recuerda ligeramente a las creaciones más pictóricas de los artistas del colectivo Fort Thunder (a sabiendas de que categorizar sobre este colectivo underground, contracultural y asistemático, tiene poco futuro); sobre todo, por su militancia obstinada en la búsqueda y trasformación de referentes populares y por su plasmación pictórica liberada de ataduras academicistas. En el fondo, es lo único que le queda a todo ronin, caminar solo, seguir su camino. 

viernes, enero 29, 2010

RЭVЄS #0.

Más allá de la academia se encuentran los ateneos y, más allá todavía, los cafés y las tertulias. Curiosamente, a veces en todos ellos se habla de los mismos temas. Cambian los auditorios.
Con las publicaciones pasa lo mismo. Los que escribimos ocasionalmente sobre arte y cultura, a veces recibimos encargos sesudos o se nos solicitan solemnes colaboraciones, en otras, trabajamos el papel y la letra porque nos apetece soltar palabras o porque no hay mejor goce cultural que el compartido con los amigos. Con esta certeza sobrevolándonos, hace unos meses un grupo de amigos nos propusimos un reto: sacar nuestro propio fanzine. No un fanzine de cómics, muchos hay ya y no nos veíamos capaces de mejorar lo existente. Se trataba de hacer algo diferente, sencillo pero atractivo, heterogéneo pero consistente, libre y heterodoxo, pero exigente. Pensamos en un producto que hablara de cultura sin restricciones (cómic, cine, filosofía, folklore...) y que incluyera pequeños bocados de arte (ilustraciones, fotografía, alguna tira de cómic, poesía, relatos breves...). El experimento ha culminado en un delicado juguete de papel, se llama RЭVЄS y es un mini-fanzine reversible, nada menos.
RЭVЄS se lee al derecho y al revés, hacia adelante y hacia atrás. ¿Quieren ustedes densidades analíticas colóquenlo horizontalmente y saquen el arado. ¿Prefieren la evocación artística? Den la vuelta al fanzine, situenlo en vertical y naveguen entre poemas, fotografías y viñetas. Más sencillo que enrevesado, en realidad.

No todo ha sido perfecto, ni siquiera los resultados. No se aprende a seleccionar, editar, maquetar, encuadernar y distribuir en un día. Gracias a gente como Raquel (coeditora y artistaza), Lauri (editora web) y pobreartista (nuestro maquetador), RЭVЄS ha salido a la luz, rubicundo y reciclado; bueno, gracias a ellos y a las estupendas portadas serigrafiadas de Pejac, a las profundidades filosóficas de Marcos, a los textos de Carlos, a los poemas de Dani y Rafa, a las ilustraciones de Laura, Clara, Rocío y Aleksandra, a los cómics de Gaspar, a las fotos de Fabian, etc. Nosotros hemos reciclado algunos viejos posts sobre cómics, mujeres y estrellas underground, que aparecieron en estas páginas. No son las únicas sorpresas de RЭVЄS.
Si les interesa el "juego", pásense por la página web de RЭVЄS (la vamos a colocar también en nuestra sidebar, para que luzca). Allí podrán leer el fanzine online sin mayor compromiso que el de pinchar sobre las portadas. Si lo que les va son las miniaturas de colección, el papel y las ediciones numeradas, atentos a la barra lateral de la página, porque en ella se irán anunciado poco a poco los puntos de venta de los 200 ejemplares (una joyita de coleccionista en serie limitada y numerada, con su portadita serigrafiada y su lomito de tela roja) que se pondrán a la venta de cada número (por 3,5 euritos). Como suele decirse, hasta el final de las existencias.
Dentro de tres meses (sí, será una publicación trimestral), el número 2 con más sorpresas. Les dejamos con el "Manifiesto" de RЭVЄS y su reivindicación de la ironía inteligente y la paradoja exigente como puntos de partida:
Ni revés, ni golpe de efecto. No a la ambición pretenciosa de mundos
al revés. Negamos el juego de palabras sensacionalista, el revestimiento
de humo.
Sólo la imagen y la palabra reflexivas cuentan, el anverso y el reverso
de la imaginación, la mirada inteligente. Quizás el relativismo haya dejado de ser esa regla con la que medir el mundo, pero nunca, jamás,
debemos perder de vista el revés, la cara oculta, la cruz que crece
debajo de cada obstinada evidencia.
Cada imagen esconde una interpretación: el significado y la descodificación de la forma. Cada texto exige una visualización: la concreción del signo convencional al dictado de la evocación.
Somos el revés. Conminamos al desenmascaramiento de la obviedad
oficial. Proponemos una partida cultural sin más reglas que la libertad
creativa, la exigencia interpretativa y el entusiasmo sin condiciones. Les
damos por informados. Ya pueden hacer juego.
__________________________________________________________
Seguimos de estrenos y buenas nuevas. Nuestro maquetador, pobreartista, publica el número #0 de su nueva revista digital notext, descargable en pdf. Un compendio de miradas temáticas (fotográficas y pictóricas) sobre objetivos variopintos y sugerentes: el número #0 está dedicado a los fantasmas.

domingo, enero 24, 2010

¿Gotham? ¡Que título más tonto!

Señoras y señores, con todos ustedes: Gotham News.
No teníamos ni idea de la existencia de este cuadro de William de Kooning de 1955. Lo descubrimos, de nuevo, gracias a la obra de Katharine Kuh, Mi historia de amor con el arte moderno. Esta vez, la curiosidad relevante aparece en el capítulo dedicado a Franz Kline ("Un día con Franz Kline"); seguimos a vueltas con el expresionismo abstracto estadounidense:
Como el estudio de De Kooning se hallaba unos portales más allá [del de Kline], pasamos por una especie de trampilla y, tras atravesar unas pocas azoteas, entramos directamente en él. Era el camino que solían utilizar los dos amigos para visitarse. En la pared había apoyado, aún sin secar, un nuevo e impesionante lienzo. Kline, que sentía auténtica devoción por De Kooning y era un admirador incondicional de su obra, me había advertido de que iba a "flipar" cuando viera el cuadro, cosa que ocurrió en efecto. Aunque me sentía hipnotizada por aquella radiante mezcla de corrientes en conflicto y de energía a borbotones, una vez más me sentí como impelida a inventar un título: obviamente, la obra no guardaba relación alguna con ningún tema específico. Después de tomar un par de copas en buena compañía, reparé en los ocasionales y casi invisibles trozos de papel de periódico embutidos en la pintura. Según De Kooning, esa técnica prestaba una mayor textura al cuadro y, al mismo tiempo, a él le resultaba bastante divertida, por lo que el cuadro fue rápidamente bautizado con el nombre de Gotham News. Pero, si bien De Kooning se tomó a bien mi arbitrario bautizo, Jacson Pollock se mostró vehementemente contrario a tematizar el título. "¿Gotham?", exclamó. "¡Qué título más tonto!".

lunes, enero 18, 2010

Kuh, Feininger y Tobey.

En las dos últimas semanas se nos ha cruzado por delante la figura de Lyonel Feininger en dos o tres ocasiones, bien en forma de charlas, recordatorios o apariciones lectoras. Nos referiremos a la última de ellas.
Desde hace un tiempo, entre otras lecturas, compaginamos con interés infinito Mi historia de amor con el arte moderno, de Katherine Kuh. Esta mujer deslumbrante, pionera en el descubrimiento de vanguardias pictóricas, galerista, comisaria, crítica de arte y amiga de buena parte de las estrellas del mundo artístico después de la Segunda Gran Guerra, describe en su libro su experiencia personal con el arte moderno. Lo hace con absoluta sinceridad, sin guardarse nada (o muy poco), sin medias tintas biográficas, pero con respeto hacia los autores retratados. La prosa de Kuh es clara, directa, aunque en su recreación de perfiles psicológicos no faltan la profusión de detalles ni la introspección afinada y en su acercamiento a las obras de arte, se muestra tan profunda como aguda. Entre sus "víctimas" y amigos, algunos genios del Expresionismo Abstracto norteamericano, como Rothko (impresiona la profundidad de su relación con él y la mirada lúcida que aporta hacia un personaje tan complejo como este pintor estadounidense de origen letón), Clyfford Still, Franz Kline; personajes clave de la vanguardia europea, como Brancusi o Fernand Léger o creadores tan destacados como Mies van der Rohe o Edward Hopper. Con todos ellos mantuvo relaciones profesionales que, en algún momento, llegaron a cimentarse en forma de vínculos de amistad o confianza.
Uno de los capítulos está dedicado a Mark Tobey ("Mark Tobey en Basilea"). Tobey fue un nombre importante dentro del Expresionismo Abstracto de Nueva York. Quizás no estuvo en esa primera línea que ocupaban tipos tan populares como Rohtko o Pollock, ni fue un personaje tan extrovertido o extravagante como otros, pero su obra tiene una fuerza y una entidad importante dentro del movimiento. En no pocas ocasiones, a Tobey se le ha adscrito al Action Painting que tan bien simboliza el dripping de Pollock y sus lienzos gigantescos, sin embargo, el propio Tobey rechazaba esa etiqueta y consideraba que su trabajo estaba en una línea mucho más contemplativa y cercana a la obra de Rothko que a la de cualquier otro pintor de su generación. Los cuadros de Mark Tobey son minuciosos, detallados, entramados hasta la asfixia. Sus pinceladas de orfebre se engarzan en densísimos tejidos que parecen conformar un alfabeto imposible, un jeroglífico formado por símbolos inescrutables. Nos recuerdan a las falsas escrituras orientalistas de Michaux, pero filtradas por colores vivos y abigarrados; el aire zen de algunos cuadros de Tobey enlaza a la perfección, sin duda, con ese aire meditativo que baña casi toda su producción y la dota de cierta complejidad psicológica.
Además, a Tobey se le asocia continuamente con la gran ciudad y sus ritmos frenéticos, con el jazz y con las luces de neón, con el tráfico agobiante y con las masas de ciudadanos. En definitiva, con ciudades como Nueva York o Chicago, aunque el pintor pasara parte de su vida en Europa, en la apacible Basilea. Sus lienzos trasmiten ese frenesí gracias a la combinación vertiginosa de colores y líneas, gracias a esa imbricación espesa que señalábamos antes.

El hecho es que, uno de los mejores amigos de Tobey era nada menos que Lyonel Feininger, de quien ya hemos hablado en varias ocasiones por aquí y no sólo por su importante relación con el cómic. ¿Recuerdan su época en la Bauhaus y su emigración a los Estados Unidos a causa de la guerra? Katharine Kuh revela algunos datos interesantes acerca de su amistad con Tobey:
En la primera mitad de la década de 1950, una de las veces en que estuve en Nueva York, Tobey me llevó al apartamento de Lyonel Feininger, en la calle 22 Este. Los dos eran íntimos amigos, que se intercambiaban obras y se escribían recíprocamente los prólogos de sus catálogos. En el pequeño vestíbulo descubrí City Radiance (Fulgor de ciudad) (1944), espléndido ejemplo de escritura blanca; Tobey me dijo después que estaba contento de que aquella pintura al temple estuviera en podr de un pintor que a menudo se las había visto con el mismo tema efímero: la luz mágica de una metrópoli moderna.
Feininger y Tobey, que compartían una actitud semejante hacia el arte, sostenían también estar más próximos a la poesía que a la prosa. Los dos eran asimismo apasionados de la música clásica. Una vez que Mark hubo encontrado un hogar permanente, compró un piano de cola y empezó a dar clases de música y a practicar en serio. Tobey, que consideraba a Feininger, el mayor de los dos, como parte de su familia, se carteó con él durante muchos años; sin duda le resultaba más fácil que hablar con él. Como se sabe, Feininger se había quedado sordo. A menudo, su rostro atento parecía desconcertado. Siempre me parecía estar escuchando.
Curioso. Releeremos sus The Kin-der-Kids o Wee Willie Winkie’s World en busca de luces mágicas y poesías musicales. Volveremos a Katharine Kuh y su obra, también. Mientras tanto, les dejo con algo más de "biografía" acerca de esta peculiar relación entre Tobey y Feininger: "Tobey and Feininger, Epistolary Buddies In the Avant-Garde" (cortesía de The New York Observer).

martes, enero 12, 2010

De los Batman y Robin pictóricos de Pablo García a los Jokers escenografiados de Erwin Olaf

Aprovechando las recientes (pero casi olvidadas) blancas festividades, nos acercamos hace unos días a esa ciudad siempre dorada que es Salamanca. Además de ver a amigos, comer pinchos de morucha y pasear sus calles, nos acercamos al DA2, su museo-cárcel de arte contemporáneo. Casi siempre merece la pena visitar sus instalaciones, aunque sólo sea por la exclusividad del contenedor o por el alivio que produce saber que ahora sí puedes abandonar sus muros cuando te plazca. Además, sus muestras suelen compensar la visita casi siempre.
En esta ocasión había varios argumentos expositivos que amortizaban el paseo: estaba, por ejemplo, la sala del espacio emergente con la serie desideratum de Pablo García, fotógrafo que trabaja digitalmente sus nunca amables retratos, hasta trasformarlos en recreaciones cuasi-pictóricas, muy barrocas, de la modernidad derrotada. Sus retratos, tomados todos en primer plano o plano medio, de personajes extraños, desafiantes, registran taxonómicamente un mundo de seres angustiados y angustiosos que miran al espectador a los ojos haciéndole cuestionarse la humanidad de lo observado, pero, al mismo tiempo, provocando su mirada interior en busca de los rasgos de animalización compartidos con el espejo del esperpento fotográfico-pictórico que el fotógrafo ha puesto ante su mirada. Anomalías sociales, imaginarias y culturales que recogen, seguramente, lo peor de cada casa y de nosotros mismos. Para muestra una pareja muy poco heroica.
Muy cerca, otras dos salas recogen la exposición "tiemposuspendido" (hasta el 24 de enero); una escenificación creada a partir de los abundantes fondos de la colección permanente del DA2, junto a la Fundación Coca-Cola. En ella, en un ambiente sombrío que invita al recogimiento y a la reflexión intimista, podemos observar trabajos de algunos de los creadores contemporáneos que con más acierto se han acercado al espacio discursivo de la "fotografía escenificada": la fotografía como espacio manipulado, como escenario de la acción preconcebida. La muestra recoge piezas de autores como Fernando García Malmierca, Charlie White, Alfredo Omaña, Bill Henson, Cristina Fontsaré o Manu Arregui entre otros muchos.
La exposición estrella de la temporada es, no obstante, la gigantesca retrospectiva que se ha levantado alrededor de la figura de Erwin Olaf, el famoso fotógrafo holandes, con el título de Darts of Pleasure. Comenzó la exposición en octubre del año pasado y durará hasta febrero de éste (con la crisis, hasta los museos tienen que aprender a amortizar sus oportunidades, y más cuando la calidad de las mismas salta a la vista). Erwin Olaf ha participado activamente en la selección y organización de las obras. Prácticamente toda su producción está representada en esta muestra, que se extiende por las diferentes salas del museo: desde sus primeras exitosas series, como Chessmen (1987-1988) o Square (1984-1993), barrocas, bizarras, sexualmente explícitas y muy simbólicas, hasta colecciones más recientes como Royal Blood (un ejercicio de cinismo gore con una manufactura impecable -2000-), Grief (instantes de tristeza congelada, escenas descontextualizadas de las que cuentan una vida -2007-), Fall (una serie de retratos de aire clásico y belleza estática, que demuestran la percia técnica y digital de su autor -2008-) o la muy gótica, sombría y esteticista Dusk (2009); sin olvidar sus muy apreciados trabajos publicitarios para Diesel, Levi's o Heineken, o su reverso cínico que es la serie Fashion Victims, en la que Olaf critica, con sarcasmo de pornógrafo, ese mismo exceso sexual de la publicidad moderna que él ha contribuido decisivamente a alimentar.
Desde luego, Erwin Olaf es una estrella de la escenificación fotográfica. Cada una de sus instantáneas vive y respira como obra independiente, compleja y elaborada. El holandés crea sus instantes fotografíados con el mimo del cineasta que prepara una escena. Las fotografías de Olaf son auténticas escenografías de historias inconclusas. El ejemplo más evidente es el de su serie Hope de 2005 (aunque podríamos haber incluido aquí Grief o Grief Portraits). Los personajes de Hope están congelados en su soledad, en su alienada infelicidad: el mundo se desarrolla a su alrededor sin que ellos parezcan ser conscientes de la importancia o las consecuencias que se derivan de su inacción. Las fotografías están protagonizadas por individuos americanos de clase media trasformados en figuras de cera, congelados de espaldas a la inminencia del momento relevante.
Deliberadamente artificiosa es también la serie Paradise Portraits (2001), un conjunto de retratos en un plano muy cerrado, que juegan con el maquillaje y la gestualidad para trasmitir, no sólo las sensaciones y sentimientos de sus protagonistas, sino todo un trasfondo de irrealidad ficcional. Sin que ninguna de las 13 fotografías llegue a personalizarse en un personaje conocido de forma concisa, algunas de ellas, en la exageración de sus gestos y sus maquillajes paródicos, nos remiten, en un nivel de asimilación referencial, a personajes del cómic perfectamente reconocibles, como el Joker, Batman, el Cuervo o el Duende Verde.
Todavía les quedan unos días, no se queden congelados y acudan al DA2.
_____________________________________________
(Actualización: 09-febrero-2016)
Han pasado ya más de cinco años desde este post, pero nunca es tarde si hay pecunia. Gracias a una comunicación directa por parte de sus gestores, llega a nuestro conocimiento la existencia de una web de arte y coleccionismo entregada al proselitismo y venta de los trabajos de Erwin Olaf (cuya popularidad no ha dejado de crecer desde ese 2010 que enmarca esta entrada). Si alguno de ustedes siente hormigueo en la chequera, paseense por aquí, que seguro encuentran la forma de aliviarlo.
 

lunes, enero 04, 2010

2009: constataciones, nuestros favoritos (IV)

Vamos a cerrar los fuegos artificiales navideños anuales con la traca final: la lista de lo mejor del 2009. Lo decimos siempre, pero vamos a insistir en lo obvio: ésta es una selección absolutamente subjetiva y, como tal, perfectamente imperfecta para todo aquel que disienta. No se admiten reclamaciones. Los que nos siguen, sabrán si han de hacer caso de nuestro criterio. Los que recién lleguen, que tomen nuestra selección como piedra de toque ante futuras recomendaciones y concesiones de confianza.
No obstante, tenemos la impresión de que este curso va a haber un consenso bastante generalizado en torno a lo que no debemos dejar de leer (de haber leído) del 2009. Lo nuestro, sin orden pero sí concierto, es:
Génesis (La Cúpula), de Robert Crumb: el genio vivo más grande del cómic. Quien, para nosotros, es uno de los artistas capitales del S.XX, reaparece en el ocaso de la primera década del S.XXI con una adaptación del texto más leído y vendido de la historia de "la literatura". Palabras grandilocuentes para describir una obra ingente y rodeada de datos que apoyan el carácter épico de la gesta: Crumb ha estado más de diez años dedicado en cuerpo y alma a la tarea, Génesis promete convertirse en uno de los cómics más vendidos de la historia, su fama está empezando a sobrepasar los límites del mercado comicográfico y, probablemente, no haya cómic en este 2009 del que se haya hablado más. Dicho lo cual, la adaptación de Crumb sorprende, sobre todo, porque no busca la sorpresa, ni la parodia, ni el golpe de efecto autorial. El norteamericano ha hecho una adaptación absolutamente literal del texto sagrado. Una trasposición textual y mucho más "realista" (en el plano gráfico) de lo que hubiera podido esperarse de él. El Génesis de Crumb puede ser tan aburrido o divertido de leer como lo sea el Génesis del Antiguo Testamento. Esto no es Crumb, dirán algunos de sus fans: lo paradójico es que Génesis es lo más Crumb que nunca ha hecho Crumb. Su recreación pasmante de los pasajes bíblicos, sin parodia añadida, resulta en una obra mucho más irónica, reveladora, procaz y ácida que cualquiera de sus pasadas sátiras intencionadas. Lean y posiciónense.
Catálogo de Novedades Acme (Random House Mondadori), de Chris Ware: si Crumb ha sido el referente para los creadores de cómic durante muchas décadas, Ware lo está siendo en el presente y lo será durante mucho tiempo. Su forma de entender el arte, su precisión de artista quirúrjico a corazón abierto, ha marcado el trabajo de muchos de los dibujantes que estamos leyendo y disfrutando estos días. Por eso, cada publicación de Ware se recibe como un acontecimiento. En su país natal, éstas se suceden con cierta periodicidad gracias a la Biblioteca Acme, aquí las tenemos que esperar con cuentagotas. Es complicado (casi misión imposible) traducir a otra lengua unos cómics cuyos materiales viven de la simbiosis perfecta entre forma y contenido: traducir a Ware supone redibujar parte de su trabajo (titulos, tipografía, lexías, didascalias...). La labor que ha hecho Mondadori (su rotuladora) con el Catálogo de Novedades Acme es de las de quitar el hipo. El libro-objeto-joya que hemos visto este 2009 en nuestras tierras compendia una muestra diáfana del talento de su autor, se trata de un falso recopilatorio, lleno de prodigios narrativos y piruetas visuales que explicitan hasta donde debe llegar el cómic en su búsqueda de caminos y soluciones. Ware es un manual de lenguaje comicográfico y cada trabajo suyo una excusa perfecta para invertir sobre seguro.
George Sprott 1984-1975 (Random House Mondadori), de Seth: hablando de Ware y su influencia. Seth se aparta parcialmente de su habitual desnudez gráfica, de su línea clara minimalista, para facturar una obra compleja, llena de matices, tanto visuales como conceptuales. George Sprott apareció publicado por entregas en The New York Times, no obstante, es su identidad como obra unitaria, completa, la que desvela sus hallazgos narrativos. No es la primera vez que el canadiense sustituye aquel slice of life autobiográfico, que le hizo popular (La vida está bien si no te rindes),  por el género de la falsa biografía. Pero frente a Ventiladores Clyde, George Sprott es un cómic mucho más maduro y trabajado: la vida de una veterana estrella televisiva le sirve a Seth para diseccionar las aristas de la existencia vital, la complejidad de la individualidad. A través de su personaje, descubrimos los misterios del éxito y el fracaso, las ambigüedades que nacen entre la imagen pública proyectada y la verdad íntima, la fina línea que separa el ruido del triunfo de la silenciosa soledad. George Sprott es un cómic biográfico, pero huye de la linea de la vida, o de la linealidad de su relato, podríamos decir. Los puntos de vista cambiantes, la atención al detalle no revelado, la multisecuencialidad, el empleo de la simultaneidad en todos los niveles de la narración, conducen a esta historia, preciosamente dibujada, hacia la sorprendente derrota de la narración omnisciente y la revelación de una falsa ficción que huele a verdadera. Ahí es nada.
Ombligo sin fondo (Apa-Apa), de Dash Shaw: seguimos apostando por la apuesta, por el riesgo y la aventura de narrar al margen de la ortodoxia. De todo ello sabe mucho Dash Shaw, uno de los jóvenes creadores más prolíficos y vanguardistas del cómic actual. Ombligo sin fondo es su obra magna, hasta el momento, y se lee con cierta certeza de que, siendo enorme, es aún la antesala de algo todavía más grande. Shaw desborda la idea de narración de acontecimientos y se muestra como un descriptor de sentimientos y sensaciones, en su más amplio sentido. El autor quiere que oigamos y olamos sus historias, quiere que sintamos sus texturas y que asistamos en primera fila al desfile de la confusión de los sentidos y la mente. La descomposición de una familia de clase media ante los ojos de sus miembros es el argumento para una radiografía, de nuevo, de la complejidad humana y de la fragilidad de los lazos entre personas. Un tour-de-force de 720 páginas que se lee como un suspiro.
Super Spy (Planeta DeAgostini), de Matt Kindt:  tiene este cómic también mucho de juego, de espías, para ser más precisos. Kindt plantea su obra como un puzle gigante que el lector debe reconstruir a imagen y semejanza de los mensajes cifrados que los servicios de espionaje y contraespionaje se cruzaban en los trágicos tiempos de la Segunda gran guerra; precisamente, el tiempo y acontecimiento que enmarca la acción trepidante del relato: una historia repleta de traiciones, pequeñas historias entrelazadas, tragedias intuidas y muchos, muchos personajes y puntos de vista. Estamos ante una original versión comicográfica del cinematográfico género de vidas cruzadas, aunque Matt Kindt enriquece sus premisas explotando los diferentes recursos que le ofrece el vehículo discursivo con el que trabaja. Super Spy es un cómic creado para ser leído de forma cruzada, un tebeo dibujado con un innegable preciosismo vintage y atento a todos y cada uno de los mínimos detalles visuales que empujan su trama (colores, tipografías, intertextualidad...). Las tragedias de sus personajes conforman la tragedia misma de la guerra y, pese a su innegable aire caricaturesco, sus creaciones de tinta sobre papel son capaces de trasmitir el sufrimiento mismo de la derrota, la traición y el odio bélico.
Mi vida mal dibujada (Sins Entido), de Gipi: el italiano parece en estado de gracia permanente. Mi vida mal dibujada es un ejercicio de exorcismo a tumba a bierta, un trabajo autoconfesional que esquiva radicalmente la autocompasión y la autoindulgencia para guiarnos a través de los recovecos existenciales de su autor, un viaje sin frenos por los infiernos interiores de Gipi. Con un grafismo deliberadamente esquemático, muy alejado del acuarelismo virtuoso que le caracteriza, Gipi habla en primera persona y con absoluto impudor de sus problemas con las drogas, la enfermedad, el desamor, así como de sus desafecciones sociales y familiares. A medio camino entre el relato autobiográfico y el experimento simbolista, Mi vida mal dibujada es un testimonio estremecedor con pocos precedentes en la historia del cómic: el talento de Gipi se manifiesta en una narración sincopada, trabada, fragmentaria y, por momentos, abstracta, que termina, no obstante, por consolidarse en una confesión tan reveladora como sincera. El retrato personal que nos dibuja Gipi en su trabajo demuestra a las claras que su talento narrativo no tiene límites y que la suya es una de las voces artísticas esenciales del cómic actual.
Endurance (Planeta DeAgostini), de Luis Bustos: un cómic español que se hace grande entre los grandes. Una aventura de las que ya no existen y casi ni se cuentan: la de la "legendaria expedición a la Antártida de Ernest Shackleton". El trazo duro y anguloso de Bustos funciona como un guante de piel foca en la enumeración de los acontecimientos épicos de esta historia. Una vez que el relato arranca y que los aventureros se lanzan hacia la utopía, se produce el contagio y el lector empieza a sudar y a agarrarse a las páginas expedicionarias de Endurance como si la vida de Shackleton le fuera en ello. Luis Bustos ha creado su mejor obra hasta el momento y lo ha hecho con un dominio innegable de la tensión narrativa, la creación de personajes y la composición de la página. Por eso, porque Endurance recoge y actualiza lo mejor del género de aventuras y porque su lectura es una aventura apasionante, está entre lo mejor de este 2009.
Esta es la lista, pero como hicimos el año pasado, queremos acabar el repaso del 2009 mencionando un capricho viñetero, un tebeo del que nos sentimos muy cerca (¿recuerdan aquello de la subjetividad?), porque lo hemos visto gestarse y nos ha acompañado, como un amigo de papel, en jornadas de ferias, salones y planes a la sombra de una cerveza. Se trata de Vuelo rasante (Viaje a Bizancio Ediciones), obra de Pejac. Un tebeo lírico, dibujado como un enorme fresco de instantes encadenados a vuelo de pájaro, con una poderosa carga simbólica. Poesía comicográfica de trazo pictórico para anunciar los posibles de un creador joven que, seguro, dará más de una futura alegría al panorama de nuestra historieta.
¿Faltan cómics? Por supuesto. Alguno que conocemos habría incluido El gusto del cloro (Diábolo), de Bastien Vivés o el Tamara Drewe (Sins Entido), de Posy Simmonds. Dos muy buenos tebeos. Seguramente, deberían estar también aquí El arte de volar (Edicions de Ponent), de Altarriba y Kim o Una vida errante (Astiberri), de Yotsihiro Tatsumi, pero, lo reconocemos avergonzados, todavía tenemos esos dos prometedores tebeos en la lista de debes lectores. Prometemos empezar el 2010 solventando tamaña carencia. Ahora nos tomamos unos días de descanso, para poder jugar con los regalos de reyes, que estos últimos posts han sido muy intensos e introspectivos. Pórtense bien.
__________________________________________________________