domingo, diciembre 31, 2017

Pravda, de Guy Peellaert y Pascal Thomas. Sueños pop, rebeldía juvenil (en Tebeosfera)

En Tebeosfera nos han invitado a participar en el número 5 de su revista digital, dedicada en esta ocasión a la Revolución Rusa de 1917 y a las que siguieron a ésta a lo largo del siglo XX, desde diferentes perspectivas políticosociales. El listado de estudios y reseñas es realmente jugoso.
Nuestra colaboración se ha centrado en Pravda, la derrapadora (Pravda, la survireuse) el cómic pop de 1968 que Guy Peellaert creo sobre un guión de Pascal Thomas. Pravda surgió en su momento como una anomalía dentro del mundo del cómic, una rareza que entroncaba directamente con el incipiente espíritu de la postmodernidad y con revolución sociocultural juvenil que modeló el desarrollo de los años 60, pero que no remitía a referentes conocidos dentro del universo comicográfico más allá de sus inquietudes compartidas con el movimiento del comix underground. Ha sido recientemente cuando la obra de Peellaert ha empezado a ser reivindicada en su justa medida dentro del cómic de autor europeo y mundial y cuando se ha estudiado con más rigor su adhesión a los movimientos culturales de la época.
Sirva este artículo como pequeña aportación a ese proceso reivindicativo. Les dejamos aquí los dos primeros párrafos del texto; el resto lo tienen en Tebeosfera: "Pravda, de Guy Peellaert y Pascal Thomas. Sueños pop, rebeldía juvenil".

Los años cincuenta y sesenta del siglo XX fueron el momento decisivo para la configuración de la actual imagen de la juventud como grupo de consumidores y ciudadanos con voz. Por primera vez, los jóvenes dejaron de considerarse proyectos incompletos de adultos para integrarse en el flujo consumista del capitalismo avanzado. Las grandes empresas descubrieron en ellos a clientes potenciales mucho más abiertos, flexibles y prolíficos que sus mayores. Pero, al mismo tiempo, se vivió el proceso de emancipación que legitimaba sus gustos, opiniones políticas y forma de vida.

La juventud se apodera de la cultura popular y luego la modela a su imagen y semejanza. El pop y el rock, la psicodelia, la canción protesta, el underground, el cine experimental, el pop art…, fueron hijos de un espíritu lúdico y una forma reivindicativa y transgresora de ver la cultura. Este espíritu de renovación impregnó todas las disciplinas artísticas y vehículos narrativos, y se manifestó en todo el mundo en multitud de movimientos contestatarios y experimentales. En el mencionado underground estadounidense, en el boom literario hispanoamericano o en el cine francés de la nouvelle vague se percibe una clara intención emancipadora generacional. Gilles Lipovetsky y Jean Serroy hacen una precisa radiografía de este escenario en su obra La pantalla global; aunque su principal objeto de análisis es el discurso cinematográfico, muchas de sus conclusiones son extrapolables al panorama general de la creación cultural...

jueves, diciembre 21, 2017

Los retratos de Judas (y algún otro juguete)

Una idea para el próximo regalo de Reyes.
Como ya ha hecho alguna vez antes, el artista Judas Arrieta (un buen amigo de esta casaha decidido adaptar su caché para un proyecto artístico puntual: "¡Give Me Your Face!". La idea, en esta ocasión, es realizar retratos personalizados durante un periodo abierto de commissions (encargos). En su estilo pop-comiquero, multirreferencial y acumulativo, Arrieta compone "perfiles visuales" de los solicitante. El resultado son dibujos efervescentes cargados de yuxtaposiciones azarosas, no muy diferentes de los que expone en galerías y museos, pero a un precio mucho más competitivo:


GIVE ME YOUR FACE!!
Judas Arrieta wants to turn your face into an amazing manga art portrait.
Commissions open from 5th December 2017 to 5th January 2018. (A4 Drawings (29x21cm handmade paper) 100€ each commission include delivering fee)
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¡MÍRAME A LA CARA!
Judas Arrieta quiere tu rostro para convertirlo en un increíble retrato de arte manga.

Los encargos se abrirán desde el 5 de diciembre de 2017 hasta el 5 de enero de 2018. (Dibujos A4 (29x21cm papel hecho a mano) € 100 cada encargo incluye gastos de envío) 

Así, trasteando entre los cuadros, tablas de surf decoradas y murales urbanos de Arrieta, hemos llegado hasta la página Art Toy Gama, una tienda online repleta de juguetes de artista: muñecos y estatuillas de series limitadas creados por pintores y escultores pop. Aunque los precios pueden llegar a ser realmente prohibitivos, la verdad es que da gusto pasear por su galerías timburtonianas para admirar la inventiva de los nuevos artistas populares: nos parece que esa mezcla de ingenuidad infantil y perfección industrial es un rasgo muy indicativo del exhibicionismo hiperconsumista de estos tiempos aplicado a la fantasía tradicional y la nostalgia por el terror gótico. Si disponen de los posibles y tienen familiares, parejas o amigos fricazos a la vista, esta tienda está llena de joyas (a precio de joyería).

viernes, diciembre 08, 2017

Sabor a coco, de Renaud Dillies. En el camino

Se señala con frecuencia que lo importante de toda experiencia no es aquello que nos espera al final de la misma, sino el camino por el que ésta nos guía.
La historia del cómic nos ha conducido a su momento de esplendor creativo actual (aunque en países como España la fuerza del mercado no sigue el ritmo que marca dicha efusión creativa, precisamente) a través de un recorrido marcado por exigencias editoriales, restricciones de formato y una minusvaloración social evidente. Ya se sabe, el cómic era cosa de niños, cultura popular desechable. Debido a ello, los hallazgos técnicos y las evoluciones narrativas estaban supeditados a su aceptación inmediata dentro su amplio nicho de lectores juveniles y consumidores de prensa diaria. El espacio para las innovaciones vanguardistas era limitado. A comienzos del siglo pasado, el lenguaje del cómic sólo podía incluir los logros de la modernidad artística de forma solapada y siempre que éstos no interfirieran con las fórmulas clásicas de narración.
Y sin embargo, mucho antes del advenimiento de la novela gráfica y los nuevos modos de secuenciación comicográfica tan libres y experimentales, tan eclécticos y multidisciplinares, hubo autores que decidieron ir contracorriente y violentar convenciones, normas y reglas del lenguaje: a principios del siglo XX fueron los McCay, Feininger, Verbeeck y Sterrett; después, en los años 60 y 70, los autores del comix underground estadounidense y el "cómic de autor" europeo... Nombres propios que traspasaron fronteras y derribaron convenciones.
Hablamos de tipos, claro, como George Herriman, un dibujante que hizo del surrealismo y de la libertad creativa su marca de autor. A partir de un número reducido de personajes, una sencilla conexión argumental triangular entre ellos y una imaginativa y folclorista deconstrucción/reconstrucción contextual del desierto de Arizona (Coconino County), Herriman dio forma a Krazy Kat (1913-1944), una serie cómica basada en pequeñas variaciones temáticas (casi musicales), que enlazaba directamente con el pensamiento surrealista, el psicoanálisis y el humorismo slapstick tan en boga en aquel momento. Pocas veces el cómic ha estado tan apegado a la vanguardia artística como en manos de Herriman.
El magisterio de George Herriman nunca ha dejado de estar en vigor, más que nunca en estos tiempos de experimentación y vanguardia, pero su influencia pocas veces ha sido tan evidente como en Sabor a coco, el cómic de Renaud Dillies. Una obra ésta en la que, como pasaba con Krazy Kat, lo importante es el camino, no el punto de llegada.
Hay que reconocer que en Sabor a coco, la cigüeña Jiri y la ardilla Polka (¿es verdaderamente una ardilla?) se llevan mucho mejor que Krazy y el ratón Ignatz (o quizás algo peor, si nos atenemos al hecho de que aunque algunos amores matan amores son y que, tantas veces, la amistad es un afecto mudable). Dicho lo cual, por sus trazos y por su forma de moverse en la página, lo cierto es que los unos se parecen mucho a los otros. Hay incluso perro policía en el cómic de Dillies, además de avestruces, caballitos de mar con chistera, caracoles gigantes y un pez volador bohemio que parece una entelequia en medio de un espejismo. 
Pese a su nombre, tampoco Coconino es tal en Sabor a coco aunque sus paisajes con palmeras, cielos infinitos y casitas encaladas con techados de madera crean postales hermanas, sino "un país muy próximo al sol". Y es ahí donde arranca la peripecia, el caminar hacia ninguna parte de Jiri y Polka en busca de agua, o lo que es lo mismo, su búsqueda de vida y esperanza en el desierto. En sus sedientas andanzas, ambos vivirán episodios surrealistas y aventuras oníricas, como sucedía en cómic de Herriman; siempre sobre paisajes metamórficos que escapan de cualquier coordenada lógica espacio-temporal.
Da igual que nos movamos en el territorio ilógico de la ensoñación y la fábula surreal, la belleza del cómic de Renaud Dillies reside en su poética de paisajes mironianos y animales sabios enloquecidos en su nuevo país de las maravillas. Lo que más nos gusta de él es su personal y talentosa evocación del universo Herriman, su reconstrucción del mismo desde unas coordenadas presentes que, de algún modo, remiten a un ecologismo dentro de los estrechos márgenes consumistas de la sociedad del espectáculo.
Como sucedía en Krazy Kat, las planchas de Sabor a coco conforman macrounidades narrativas con vida propia. Componen un espectáculo visual postmoderno a medio camino entre el códice ilustrado y el cartel circense: una sucesión de estructuras impredecibles, marcos de viñeta polimórficos resemantizados (lexías) y una colección de filigranas, frisos, adornos y perifollo, que suspenden el ilusionismo de la historia y nos invitan a dejarnos llevar por la belleza visual de la apuesta estilística, por el jugueteo retórico de la línea y la creación de espacios mágicos sobre la página.
Eso es el cómic de Dillies: un truco de magia, un viaje visual con forma de homenaje, que el lector disfruta como un niño al que le han devuelto su juguete favorito de la infancia.

jueves, noviembre 30, 2017

Cómics en la universidad (de León)

Seguramente estén ya enterados, pero la Universidad de León es desde hace unos años uno de los focos académicos de estudios comicográficos más dinámicos de España. Se lo debemos en gran parte a nuestro amigo José Manuel Trabado Cabado, profesor, investigador y divulgador a partes iguales. A Trabado debemos ese excelente libro titulado Antes de la novela gráfica, así como la coordinación de La teoría del cómic: La novela gráfica. Poéticas y modelos narrativos, uno de los mejores libros teóricos sobre el estado de la cuestión de la novela gráfica
Fue él también el encargado de aquellos estupendo cursos de verano dedicados a la novela gráfica en los que tuvimos el placer de participar en varias ocasiones hace ya algunos años.
En estos momentos desde la Universidad leonesa ya se ha puesto en marcha un grupo de investigación sobre el cómic que también nos deparará gratas sorpresas. Pero, hasta que ese momento llegue, como director de publicaciones de la Universidad de León, José Manuel sigue regalándonos libros de investigación sobre el tema desde la colección Grafikalismos (junto a Eolas Ediciones).
Hasta el momento han visto la luz tres volúmenes a cargo de tres autoridades sobre la materia viñetera: 
Desde esta bitácora, como hacemos siempre, apostamos por la investigación comicográfica como vía para reivindicar la narración comicográfica. Gracias, José Manuel, por hacernos las cosas más fáciles.

viernes, noviembre 17, 2017

El lánguido erotismo de Zipcy

Después de varias entradas cargaditas de texto, vamos a dejar descansar los ojos. De las últimas ilustraciones que hemos encontrado en la red, las que más nos han gustado son las de la coreana Zipcy. Sus imágenes de parejas retozando y zanganeando son un tanto candorosas y pastelonas, de acuerdo, pero desprenden un erotismo de caricias y andar por casa magnético e irresistible; son imágenes de una belleza lánguida y sencilla que conecta con el manga y el anime, pero también con la ilustración erótica clásica japonesa y hasta con cierta mirada costumbrista amatoria que explotó en el cine europeo de autor de los años 60 y 70.

Sugerentes y sensuales las ilustraciones de Zipcy.

jueves, noviembre 09, 2017

Júpiter, de Daniel Torres, en Culturamas

http://www.culturamas.es/blog/2017/11/07/roco-vargas-jupiter-una-aventura-en-el-espacio-tiempo/
Acabamos de publicar en Culturamas, nuestra revista cultural online favorita, una reseña sobre Júpiter, la última entrega que Daniel Torres ha dibujado para esa saga mítica del género de acción espacial que son las aventuras Roco Vargas.
Como señalamos en nuestra reseña, Roco Vargas: Júpiter plantea una mirada postmoderna, distópica y fragmentaria. En sus páginas, Torres rompe el juguete de las arquitecturas futuristas cargadas de utopía para desplegar un mensaje pesimista y un activismo ecologista que conecta con el signo de los tiempos; y, de otro modo, con las reflexiones que también se planteaban en los capítulos finales de La casa. Sin abandonar el género de aventuras interespaciales, la nueva obra de Daniel Torres alude a la necesidad inminente de repensar el espacio y la ubicación del ser humano en el mismo: una relación que abarca desde la pequeñez de los espacios habitacionales, hasta nuestra interacción con el planeta Tierra y su situación en la Galaxia.
Por su planteamiento circular y sus referencias interdiscursivas a otros volúmenes de la saga, parece Júpiter una revisión crepuscular y el cierre de las aventuras de Roco Vargas; no es así. Sí que es, sin embargo, un ejercicio visual de virtuosismo gráfico y una colección de escenarios, situaciones y proyecciones futuristas al alcance de muy pocos dibujantes de cómics del planeta. Les dejamos con: "Roco Vargas: Júpiter Una aventura en el espacio-tiempo".

miércoles, noviembre 01, 2017

Nankin, de Nicolas Meylaender y Zong Kai. Contra el revisionismo

En el año 2009, una película china, terrible y reveladora, mostró a los espectadores occidentales una de las masacres más atroces de la historia de la humanidad: el sitio, asalto y devastación a las que las tropas japonesas sometieron la ciudad china de Nankin entre el 13 de diciembre de 1937 y el mes de febrero de 1938. 300.000 personas fueron asesinadas durante esos pocos meses; la gran mayoría de ellos, civiles indefensos que no opusieron resistencia y creyeron en las proclamas japonesas que garantizaban una rendición pacífica y respetuosa con los vencidos. Decenas de miles de niñas y mujeres fueron violadas y golpeadas hasta morir. Bebés, niños y ancianos torturados, fusilados y defenestrados. Las zonas francas y espacios de protección sistemáticamente violentados en escenas de cacería en busca de nuevas víctimas. La película, dirigida por Lu Chuan, se llama Ciudad de vida y muerte. El año de su estreno, recibió la Concha de Oro a la mejor película en el Festival de Cine de San Sebastián. La crudeza de sus imágenes en blanco y negro, de un esteticismo trágico, y el verismo de los hechos narrados conmocionaron a una audiencia que, mayormente, hasta ese momento jamás había oído hablar de la ciudad china de Nankin.

No resulta extraño. Durante décadas, las autoridades, los historiadores y una parte de la población japonesa se negaron a reconocer los hechos terribles relatados por los escasos ciudadanos chinos que sobrevivieron a la masacre de Nankin. Al igual que todavía existen fanáticos negacionistas del nazismo, en Japón, libros de historia y profesores universitarios se dedicaron durante años a un revisionismo histórico que diera forma a una interpretación menos cruenta e inculpatoria de las atrocidades cometidas en nombre de la patria japonesa y el nacionalismo ciego de sus seguidores. Nacionalismos y patrias.

Nankin, el cómic con guión de Nicolas Meylaender y dibujos de Zong Kai, ahonda sobre aquella misma tragedia. Para ello recurre a un formato apaisado que nos recuerda a los cuadernillos de cómic estadounidenses que recopilaban las populares tiras diarias que Milton Caniff, Alex Toth o Frank Robbins pubicaran durante la Segunda Guerra Mundial; era aquel un cómic de aventuras, épica belicista con afanes proselitistas. Nankin es prácticamente lo opuesto a aquello, un cómic antimilitarista de denuncia y reivindicación; sin embargo, el dibujo de Zong Kai se alimenta de la iluminación cinematográfica de aquellos grandes maestros del cómic norteamericano, y la combina con unos perfiles angulosos y un uso expresionista de la mancha (casi tenebrista), que nos recuerda al mejor Frank Miller; al más extremo y audaz.

La historia recorre en cuatro episodios (no marcados numéricamente) las indagaciones del abogado chino Tan Zhen sobre la biografía de una mujer, Xia Shuqin, que en el momento de la tragedia tenía sólo ocho años. La investigación del Tan Zhen le llevará a entrevistar a varios testigos supervivientes de la masacre: el soldado Wang Shan-Ti, quien después de ayudar a Xia Shuquin sobrevivió milagrosamente al fusilamiento masivo de todos los soldados chinos que optaron por rendirse ante la promesa de un trato justo como prisioneros de guerra; el empresario Zhao Pin, adolescente en aquel entonces y vecino de la familia de Shuqin; o la anciana Dong Sun, quien fuera secuestrada junto a docenas de universitarias japonesas para ser violadas por los soldados del ejército imperial japonés, en la mayoría de los casos hasta sus muertes.

Lo significativo de Nankin es que tanto el abogado Tan Zhen como la ahora anciana Xia Shuqin no son personajes de ficción, sino dos ciudadanos chinos reales que han ejercido como activistas para testimoniar los atroces actos cometidos por el ejército japonés en China durante los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. Tan Zhen, junto a un equipo de abogados japoneses, reivindicó en un juicio la autenticidad del relato de víctimas como Xia Shuquin y exigió la restitución de su honor; honor que había sido puesto en entredicho por las cobardes versiones revisionistas de numerosos libros de historia publicados en Japón acerca de la invasión de Nankin.

La última sección del cómic se acerca, precisamente, al  testimonio en primera persona de la propia Shuqin: al recuerdo lacerante de cómo su padre, su hermano bebé y sus abuelos fueron ejecutados en su presencia, mientras su madre y sus hermanas eran violadas antes de ser también asesinadas.

Una vez concluido el juicio a favor de la restauración de su dignidad, varios periodistas japones se acercaron a entrevistar a Xia Shuqin:

- Señora Xia, ¿una pregunta, por favor? 
- Señora Xia, ¿está satisfecha con el veredicto del jurado?
- Sí, desde luego... -respondió ella- Sólo lamento no haber podido mirar a los ojos a mis acusadores...
- ¿Usted y los otros supervivientes culpan al pueblo japonés?
- No, y le debemos mucho a los abogados japoneses que han ayudado al abogado Tan. Sabemos diferenciar entre el pueblo japonés y los extremistas... Todo lo que queremos es que esta masacre sea reconocida por todos.

Hay ocasiones en que la verdad vale más que cualquier recompensa o restitución.